miércoles, 21 de marzo de 2018

Internet, espionaje, Facebook y otras sorpresas



        Facebook es un sitio web de redes sociales creado por Mark Zuckerberg y fundado junto a Eduardo Saverin, Chris Hughes y Dustin Moskovitz. Al comienzo era una forma de comunicación entre estudiantes de la Universidad de Harvard. Tenía entonces como finalidad que los estudiantes compartieran contenidos por Internet en forma fluida.
        El proyecto inicial resultó exitoso y a partir de 2007 se extiende lanzando versiones en francés, alemán y español. Hoy tiene más de 2.000 millones de miembros y traducciones a 70 idiomas. Con 50.000 servidores en Linux la empresa es una de las más importantes de Internet.
        Las principales críticas que se le hacen están centradas en el tema de la privacidad. Aquí, como decía Vance Packard en la Sociedad Desnuda, hay que tener en cuenta que falta legislar sobre el derecho a la privacidad. El único delito que cometió Facebook es no haber puesto en la letra chica de la suscripción a ese servicio, que el usuario permite que se monitoree los contenidos que pone.
        Todos, desde Twiter hasta Google al inscribirse, ponen en la letra chica, que se les permite acceder a los contenidos que se van a publicar.  Como el interesado acepta, el espionaje no es delito en este caso. Lo  mismo hace Microsoft en Windows 10, que por un lado pone por GPS el mapa del lugar en que se encuentra la máquina, y por el otro exige que se pongan los datos exactos de la dirección. Parece una tomadura de pelo, pero es así. ¡Para qué quieren los datos del domicilio, si ya lo saben por GPS!
        El tema del espionaje es de esas tantas cosas, en donde la sociedad opera con lo que se llama vulgarmente, cinismo de comisario. Se enteran hoy, de lo que sabían de toda la vida.
        Todos, absolutamente todos, hacen espionaje y burlan la privacidad. Esa información tiene un valor puesto que es a todos los efectos, mercadería.
        Pongamos por caso: Si una empresa quiere vender championes Adidas en el Chaco, necesita un estudio de mercado, que le permita acceder a los posibles perfiles de comprador que para ese producto, existe en ese lugar. A tal fin, contrata a Google, a Facebook o a cualquier otro y recibe como información, que por ejemplo, el 85% de los potenciales compradores allí, son las madres de niños de entre 12 y 18 años. La empresa, por tanto, dirige su publicidad a las madres y a más nadie.
        Esa información es valiosísima, y se cobra. Evita, a quien la obtiene, predicar en el desierto.
        Lo mismo es válido para las campañas electorales, que están encaradas como la venta de un candidato. Como dicen los americanos: Cada compra un voto, cada voto una compra.
        La gente compra un discurso y un candidato, como cualquier otra mercadería.
        Esto de ahora es algo parecido al caso Watergate.
        Cuando salió a luz que los demócratas hacían espionaje sobre todos los presidentes del mundo, Obama dijo que eso lo hacen todos los gobiernos. En cambio, no razonaban así cuando el caso Watergate, en donde el espionaje era contra ellos.
        El único delito en este caso es no haber pedido permiso.
Resulta infantil creer que la gente votó por Donald Trump, por lo que pudo haber hecho Facebook con sus datos personales.
        En las suscripciones a ciertas páginas Web las preguntas que se hacen son llamativas. Para qué precisan saber si soy casado, soltero, divorciado o viudo. Para qué necesitan enterarse si me gusta la tecnología, el arte, las noticias políticas o el deporte. Quien analiza el tipo de preguntas que se hacen para entrar en cualquier red, comprende que es abusivo lo que preguntan. Facebook aquí ofrecía una solución alternativa. Al ingresar a una prestación de Internet que exige registrarse, basta cliquear Ingresá con Facebook, para obviar todo ese proceso de registración, en donde muchas veces, poniendo las claves y demostrando no ser un robot, aun así, de pronto, no es posible registrarse.
       

         Éste beneficio que ofrece Facebook no es gratuito, como no lo es tampoco lo que Google “regala”, porque hoy la información tiene un valor estratégico que es clave. Por ejemplo, cuando abro una cuenta en Facebook pongo mi correo electrónico con otra contraseña diferente. Cierta vez me sucedió que saltó un cartelito diciendo: “Ponga la contraseña correcta, por favor”, puse la verdadera, que no era con la que me había registrado y me permitió entrar. Lo que está indicando que con contraseña o sin ella, el sistema de entrada a Facebook birla cualquier correo electrónico.
        Cierta vez puse en mi Mozilla Firefox una extensión de Ad Block llamada a avisarme cuando una página o empresa está haciendo espionaje y a bloquearles la entrada al navegador. Así entrara a la página más insignificante y aparentemente inocua, como puede ser un diario, la lista de bloqueo no bajaba de 20 vínculos diferentes de empresas de todos los lugares del mundo. Lo que está indicando que en el negocio de la venta de información, están los grandes como Google y Facebook, y también los medianos y los chicos.
        Hay que ser demasiado tonto como Hillary Clinton, para escribir 33 mil correos electrónicos con información que representa secretos de estado. Mi correo es trucho, lo tengo porque lo preciso para suscribirme, pero si quiero enviar un mensaje, voy a un ciber, abró otro y lo envío.
        Lo que ahora ocurre con Facebook es más por razones políticas contra la derecha republicana, que por otra causa. Porque entonces cabe preguntar. ¿Recién ahora es noticia el espionaje por Internet?
        Lo que estas empresas arman es un perfil psicográfico del usuario. Pueden saber si una persona es abierta a la experiencia, meticulosa, extrovertida, amable u obsesiva. Qué tipo de consumidor es, sus compras, hábitos, viajes, preferencias. Incluso, según dicen, están en condiciones de predecir a qué candidato va a votar.
        Una campaña electoral se gana, no discutiendo con quienes piensan diferente, sino dirigiéndose a los que piensan parecido. Ese es el éxito de Cambridge Analytica; allanarle el camino al candidato a dirigirse a su electorado potencial, sin importarle lo que digan los demás. Pero de ahí a creer que con eso solo se gana una elección es subestimar el juicio del común de la gente.
        Todo esto parece más una jugada política al estilo Watergate, en donde el malo es el otro porque me espia a mi, cuando en realidad todos están con los dos pies en el plató.

miércoles, 10 de enero de 2018

Tasas de interés e inflación en Argentina

     


        Decir, como se sostiene hoy en Argentina que si la tasa de interés baja, el dólar aumenta y como sube la divisa, crecerá entonces la inflación, significa sostener que solamente una tasa de interés alta hará que baje la inflación. Implica creer que al poner el dinero en las Lebac los operadores económicos quitan circulante y a su vez no compran dólar, lo planchan y eso hace que baje la inflación.
        Una tasa de interés pasiva alta es atractiva para el especulador que cuando puede se pasa a dólar, pero vuelve intomable el crédito que responde a la tasa de interés activa.
        En una empresa, cuando comienza el año y le preguntan al contador a cuánto va a estar la inflación, éste contesta, la tasa de interés de acá, menos la tasa de interés norteamericana.
        Si la tasa de interés está en un 24% anual, y el crédito es intomable, porque tomar un préstamo como barato está al 50%., la inflación no es ni de un 10, ni de un 15%. Se dirá que es la inflación deseada, no la real, pero más allá de que sea la esperada por el gobierno, no es la que esperan los operadores económicos.     
        Todo invita a endeudarse en dólares, a renunciar al curso forzoso de la moneda y vivir como en Ecuador, que hizo de la divisa norteamericana su moneda nacional y se quedó sin margen de maniobra para controlar el circulante. El gobierno puede emitir moneda nacional, si y solo sí, el nivel de emisionismo responde hasta un 20% del crecimiento de las exportaciones.
        Hoy los grandes bancos cuando prestan, emiten.
        En realidad las cosas son al revés de lo que se está sosteniendo en el vecino país. Los agentes económicos prefieren sustituir dinero por títulos financieros cuando la inflación es alta, porque cuando hay un mayor riesgo, hay una mayor ganancia, pero hay que correrlo ese peligro y no todos están dispuestos a hacerlo y esto es determinante para que la inflación esté ligada a la tasa de interés nominal. Al bajar la tasa de interés tiene también que bajar la inflación.
        La tasa de interés es la consecuencia entre lo que los bancos le prestan al Central y lo que éste le presta a los bancos.
        A diferencia de lo que piensa Fisher la relación entre la tasa de interés real y la inflación no es a largo plazo, sino a corto término. Exceptuando los casos de México y Estados Unidos en donde la inflación es estacionaria, ni en Argentina, ni en Uruguay la inflación es temporal a un período, sino estructural y constante.
        Si la tasa de interés norteamericana es de un 1,5% y la inflación es estacionaria, entonces la tasa de interés también es estacionaria y eso explica que durante un largo período de tiempo haya sido bajísima.
        En cambio en Argentina en gran medida y en Uruguay en otra escala menor, ni la tasa de interés, ni la inflación son estacionarias sino constantes en la historia económica.
        La tasa de interés nominal es una señal de la inflación esperada y a su vez la inflación esperada determina la tasa de interés nominal.
        El efecto que estudió matemáticamente Fisher es para países en donde la tasa de interés y la inflación crecen en determinados períodos y no en el proceso económico general.
        En economía se sabe que cuando la inflación es de un digito como en Uruguay es perfectamente controlable, cuando es de dos dígitos la señal debe alarmar, pero cuando comienza a ser de tres dígitos es incontrolable y nadie la puede manejar.
        A su vez se pasa de una inflación de un digito a dos, en determinado periodo de tiempo y de des manejo de la economía, pero cuando se entra en dos dígitos, pasar a tres es mucho más rápido y cuando se llegó a tres, casi inmediatamente se entra en la hiper inflación como en Venezuela.
        En el caso argentino los gobiernos históricamente no han podido manejar la inflación, en gran parte porque Argentina funciona en un pacto corporativo en donde los que determinan la inflación son las empresas formadoras de precio.
        Lo que se suele hacer para bajar la inflación sin tocar el dólar, porque es un engaño circunstancial –en una economía endeudada en esa divisa, si sube el dólar, sube todo‑, es hacer una política monetaria anti expansiva, reduciendo el encaje bancario y retirando circulante de plaza.
        La tasa de inflación es el costo de las cosas, la tasa de interés es el costo del dinero. Cualquiera entiende en el caso argentino que si el costo del dinero es de un 50%, la inflación no puede ser de un 10, ni de un 15%
        La inflación se la puede mirar de varias maneras y en cada país tiene orígenes y causales diferentes. En una economía cerrada e industrial como Brasil, por ejemplo, la inflación no es de costo, puesto que el país del norte fabrica absolutamente todo, hasta un tornillo es made in Brasil. En cambio en un país tan chico como Uruguay, no puede haber inflación de demanda, porque el mercado interno es muy chico, por ende depende de los precios que fijan los importadores y la inflación es de costo.
        En Argentina desgraciadamente es de las dos cosas y esa es una causa por la cual el gobierno no la puede controlar. A su vez se da un efecto perverso, que ya lo estudió Faroppa, en la época de la sustitución de las importaciones en el Uruguay que es el siguiente: Cuanto más se cierra la economía y se sustituyen importaciones, al abrirse es cuando de golpe más crecen las importaciones, porque los operadores tienen que reconvertirse y adquirir más modernos bienes de capital y a su vez, más bienes de consumo, porque lo importado es más barato y de mejor calidad.
        Eso que ocurrió en el Uruguay a mediados de los años ’70 es lo que está ocurriendo en Argentina luego de la larga autarquía kirchnerista.
        La inflación es una transferencia en la cadena de la producción, la comercialización y el consumo.
        Para entender la relación entre inflación y tasas de interés el siguiente ejemplo es ilustrativo. Por ejemplo, si usted quiere comprar una casa por un préstamo de US$ 100.000 al 5% de interés, su pago mensual sería de US$ 536,82. Pero si el tipo de interés fuera del 10% en el mismo hogar, su pago mensual sería de US$ 877,77. Lo que demuestra que cuanto más baja es la tasa de interés, más poder adquisitivo existe en manos de los consumidores.
        A nivel macroeconómico si hay inflación de demanda, cuando los consumidores en toda la economía gastan más dinero, la economía crece y la inflación se produce. Pero estamos en este caso en lo que se llama inflación productiva. Más vivienda, más autos, más alimentos, significan más dinero circulando.
        Aquí es donde se ve el nivel de rotación del dinero para entender la inflación. Supongamos que el Banco Central tiene dos ventanillas. En una paga los sueldos de todos los empleados públicos y en la otra ventanilla recibe el dinero de los que quieren comprar dólares. Pongamos que el funcionario imaginario que está en la ventanilla pagadora, le hace una marquita al dinero con que paga y el que está en la ventanilla que recibe, cuenta las marcas. Si el dinero que va en muy poco tiempo, le vuelve pidiendo la divisa, es evidente que el nivel de rotación es altísimo y por ende, tiene que seguir imprimiendo y perdiendo divisa. Si en cambio demora mucho en venir, el nivel de rotación es bajo y por ende baja la inflación. Esa es la causa por la cual se cree que con tasas de interés altas la inflación baja, puesto que va como depósito en moneda nacional y no le vuelve a la otra ventanilla del Banco Central. Si bien es parcialmente cierto, esto ocurre cuando los operadores económicos, no confían en la moneda nacional y detiene un poco la inflación, pero al precio de tasas de interés positivas que a la larga generan un des financiamiento muy grande en divisas internacionales netas.
        Argentina va iniciar un proceso que por un largo tiempo va a tener su veranillo, pero que a la larga es insostenible, porque para emitir sin generar inflación, hay que crecer exportando y recibiendo divisas genuinas y no pretender sostener la situación con endeudamiento. 
          La inflación en Argentina es la consecuencia de querer crecer hacia adentro, no crecer en capacidad exportadora y paliar la situación pidiendo más préstamos.

miércoles, 27 de diciembre de 2017

Uruguay: crecimiento con poco empleo


        En economías dependientes como la nuestra, en donde las empresas formadoras de precio son las importadoras, somos tomadores de precios y por la pequeñez del mercado interno, no hay inflación de demanda, sino de costos, el dilema es de hierro: o se baja la inflación usando el salario real como la variable de ajuste o se defiende el salario por un ratito, hasta que la inflación lo vuelve a bajar.
        El populista dice defender el salario, genera desempleo y al final la inflación hace que los precios suban por el ascensor, pero los sueldos por la escalera.
        El economicista sacrifica el salario para seguir generando empleo y bajar la inflación.
        Otra forma de bajar la inflación es reducir los gastos del Estado, pero eso es lo que justamente ni populistas, ni economicistas quieren hacer. Es el Estado uruguayo el que tiene que ajustarse para que baje el déficit fiscal en el rango meta que va del 3,6% al 2,9% deseado y no el sector privado, que es quien genera empleo genuino.
        Hoy en día vivimos un proceso novedoso, aunque es perfectamente entendible. La economía uruguaya puede crecer un 2,5% y sin embargo no se genera empleo. Una de las tantas causas que explican este fenómeno es el hecho de que ahora ya no se busca el trabajo capital extensivo, sino el capital intensivo. Esto explica que existan áreas de desempleo cero, como las nuevas tecnologías, la informática, las tecnologías de la información y en cambio otros sectores concentren el máximo de desempleo. Así mientras que el comercio, la logística y el turismo se expanden, el agro, la industria y la construcción se retraen.
        De esta forma, si se toma el Producto Bruto Interno del primer semestre de 2017, se puede apreciar que el crecimiento fue de un 57% superior al de 2016, mientras que los puestos de trabajo crecieron apenas un 15%.
        Si se observa en el tiempo este desfasaje entre la generación de empleo y el crecimiento de la economía uruguaya, lo preocupante es que no es un factor coyuntural, sino una tendencia llamada a profundizarse en el futuro.
        Desde el 2014 a la fecha se viene desacelerando el crecimiento económico, que cayó de un 4.5 a un 2%, pero en su deferencia el desempleo subió de un 6% a un casi 8%.
        De acuerdo a un informe de Deloitte los trabajadores “desalentados” de buscar empleo y no encontrarlo y aquellos que están subempleados, se concluye que más de un 17 % de la Población Económicamente Activa tiene problemas de insuficiencia de empleo. Para entender esta cifra hay que considerar que luego de la devaluación de 2002, el nivel de desempleo llegó a ser de un 20%.
        Según una encuesta de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios del Uruguay, los empresarios de comercio y servicios consideran que la recuperación económica no se ha visto reflejada en una mejoría de los niveles de venta de su empresa en particular. Son los que hablan claro: les preocupa la inflación de costos, la rigidez del mercado laboral y los salarios que están por encima de la productividad.
        En este sentido se observa que el sector manufacturero sustituye mano de obra por maquinaria, en un entorno mundial en donde la mano de obra barata, se volvió cara. Influye en este hecho que el salario, por el retraso cambiario, es caro en dólares y le quita competitividad a las exportaciones creciendo por encima del crecimiento económico general. Además, la situación laboral en nuestro país es de una permanente conflictividad. Hubo 105 conflictos en 2017 y ocupaciones en 27 de ellos. Emplear gente, lamentablemente, es comprar varios problemas –dólar retrasado, pérdida de competitividad, conflictividad laboral permanente‑, y en este sentido, el acceder a nueva maquinaria, si bien el mercado interno uruguayo por su pequeñez no lo justifica, en términos de rentabilidad, no es una opción a descartar.
        Tradicionalmente, la reconversión se dio cuando el país se abrió al exterior y el dólar siendo barato permitió acceder a los bienes de capital y los insumos importados. El error clásico del empresario ha sido endeudarse en dólares a largo plazo, para acceder a una tecnología que exige algún mercado exterior para ser rentable en el alto nivel de productividad que tiene. Lo típico ha sido tecnificarse para obtener mayor rentabilidad y trabajar a media máquina, por la pequeñez del mercado interno uruguayo.
        Además de esto el gran error que todos cometen –empresarios, comerciantes, industriales, estancieros, productores rurales, sindicalistas‑, es priorizar los problemas a corto plazo, perdiendo de vista el cambio tecnológico  y los niveles de reconversión industrial que exige.
        Si al gasto del Estado, se le suma el aumento de los bienes no transables como las tarifas públicas y la carga impositiva, es por tanto, perfectamente entendible un crecimiento del 3%, sin generación de empleo.
        Uruguay no se encuentra en las puertas del desarrollo, no logra insertarse del todo a nivel internacional, no prioriza las obras imprescindibles a nivel de la infraestructura, no apuesta a la innovación y en la educación es donde se registra el mayor nivel de desigualdad, porque no prepara a la gente para el nuevo período tecnológico que se avecina.
        Según el economista Ernesto Talvi: “Hace 10 años el 80% de lo que Uruguay exportaba eran materias primas, sin valor agregado. Hoy es lo mismo”. De acuerdo a este economista, el crecimiento sin empleo consiste en el hecho de que: “Los jóvenes que están entrando al mercado de trabajo en la actualidad siguen teniendo aproximadamente nueve años de educación formal, a una distancia sideral de los 14 años que tienen los países desarrollados. Más de 60% de la población joven de entre 18 y 25 años no tiene secundaria completa y casi 50% de los estudiantes de 15 años no logra niveles de suficiencia para insertarse productivamente en la vida laboral”.
        Hoy en día se sabe, por estudios que se han hecho al respecto, que la generación de empleos está en manos de los emprendedores y de los innovadores, pero en nuestro país hay una muy baja cantidad de patentes por habitante, un casi nulo ingreso por royalties y licencias y muy pocos investigadores.

        Por ahora lo único auspicioso es la muy buena temporada turística en 2018.

viernes, 22 de diciembre de 2017

Cataluña: Otra vez a fojas cero


        Cataluña lleva ya dos meses intervenida por el artículo 155. Los dirigentes independentistas están en la cárcel o en el exterior. La campaña electoral que buscaba que los catalanes dejaran atrás al separatismo, lo único que logró fue una participación record del 80%, en unas elecciones que fueron en un día laborable.
        Todo volvió a fojas cero.
        Si se observa el hecho de que si bien Ciudadanos gana con 37 diputados como el tercio mayor, no logra evitar que entre los independentistas sumen 70 diputados. Esta situación hace que Cataluña sin un acuerdo será ingobernable.
        El nuevo Legislativo regional quedará con 37 diputados de C's, seguido por Junts per Catalunya (JxCat) con 34 bancas, la lista electoral del ahora destituido president Carles Puigdemont, y la Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), con 32. El mal rendimiento del Partido Popular (3 escaños) y el desempeño regular del Partido Socialista Catalán (17) -las otras fuerzas que favorecen la unidad de España- no alcanza para lograr una alianza sólida que pueda encabezar un gobierno, a diferencia de los separatistas (eso, si superan sus diferencias). Fuera de todos los cálculos quedó el partido antisistema, Candidatura d'Unitat Popular (CUP), que perdió más de la mitad de su representación y quedó con 4 bancas. Y CatComú-Podem, la alianza entre el populista Podemos y el partido de la alcaldesa de Barcelona, que queda con 8 diputados y que no ha declarado si será independentista o unionista.
        Lo llamativo aquí es que tanto constitucionalistas como independentistas festejan los resultados como si fuera su propia victoria.
        "Por primera vez en Cataluña ha ganado las elecciones un partido constitucionalista y ha sido Ciudadanos", dijo Inés Arrimadas, líder del partido en la región, mostrándose como la gran triunfadora de los comicios.
        En tanto desde Bruselas, Puigdemont dijo: "Mariano Rajoy y sus aliados han perdido. Han perdido el plebiscito que buscaban para legitimar el 155" y sostuvo "La república catalana ha ganado a la monarquía del 155. El Estado español ha sido derrotado”.
        El que no hizo declaraciones fue Rajoy, con un Partido Popular catalán que pasó de 11 diputados a 3.
        Por el otro lado el PSOE apenas creció un diputado y pasó de 16 a 17.
        "No hemos conseguido una mayoría alternativa al bloque independentista", lamentó Miquel Iceta, candidato de la rama regional del PSOE, el PSC.
        La primer interpretación de estos resultados es el hecho de que tanto  el anarquismo anti sistema de la CUT, que perdió más de la mitad de su representación y quedó con 4 diputados, como el Partido Popular, fueron los grandes perdedores de la jornada.
        Por el otro lado, si se suman las fuerzas independentistas resultan ser mayoría, pero separadas posibilitan el triunfo de Cambiemos, como el tercio mayor.
        "Sigue la incertidumbre que las elecciones no han logrado resolver. Una incógnita es qué pacto lograrán en una situación tan tensa entre los diferentes partidos independentistas. Otra es si Puigdemont vendría a ocupar su escaño. Si no, lo perdería y ahí acabaría su aventura política", sostuvo Leticia Ruiz Rodríguez, académica de la Universidad Complutense de Madrid..
        Si se lo mira desde el “triunfo” separatista, se puede apreciar que Junqueras y Puigdemont se han enfrentado a través de los medios. El primero le reprocha al otro haberse ido del país en lugar de enfrentar la justicia como lo hizo él. Un eventual gobierno autonomista carece de unidad necesaria entre las dos formaciones que lo componen y podría resultar poco fácil de llevar.
        La opinión pública catalana está cansada de girar en el vacío, en una competencia en donde cada bando dice verdades a medias y como es sabido, dos verdades a medias, forman una gran mentira.
        Así, para los independentistas la culpa de que los capitales se hayan retirado es por la aplicación del Artículo 155 y el eventual “golpe de estado”, como definen a un instituto constitucional. En cambio para los constitucionalistas fue la declaración unilateral de independencia (DUI), la que corrió a los capitales de Cataluña.
        Porque hubo DUI, hubo Artículo 155 y los capitales ya se estaban yendo antes de la instauración del instituto constitucional. Con su aplicación, se aceleró la huida.
        En Canadá, hubo un referéndum por la autonomía, que Quebec perdió y sin embargo, los capitales que se fueron, no volvieron más.
        Lo llamativo de estos resultados es que el partido que no controla ninguna alcaldía y es la cuarta fuerza política en España, como es Ciudadanos, se haya convertido en la fuerza más votada en Cataluña. Pero con 37 diputados, contra 34 de Puigdemont, 32 de Junqueras y cuatro de la izquierda anti sistema, también independentista, quedo virtualmente sin posibilidades de gobernar.
        Los secesionistas consiguieron sumar 70 de los 135 escaños, dos más de los requeridos para mayoría absoluta.
        Si bien la dirigente de Cambiemos Inés Arrimadas, consideró que quedó claro "que la mayoría social de los catalanes está a favor de la unión", la calculadora en términos aritméticos indica que no es así.
        Las cuentas no cierran porque no suman la mayoría necesaria para llegar al Ejecutivo.
        Si se mira el panorama político a la luz de estos resultados, hay que reconocer que la estrategia de Puigdemont de huir a Bruselas, no tiene nada de cobarde, porque Bélgica es la caja de resonancia para ser escuchado en Europa. Logró incluso figurar en la noticia internacional y ser tapa en los diarios de todo el mundo.  Yendo para Bruselas sabía para donde tenía que ir.
        Por el otro lado, esa división de roles, en donde uno está preso y el otro “exilado”, le dio enormes réditos políticos, porque estar de víctima da resultados inmediatos.
        Por las peculiaridades del sistema electoral catalán con menos del 50% de los votos, los independentistas suman, sin embargo, más de la mitad de los escaños; lo que indica que si Rajoy hubiera permitido el referéndum, el separatismo hubiera perdido, por estrecho margen, pero perdido al fin.
        Un dato interesante es el hecho de que los separatistas suman 70 diputados, cuando para tener mayoría absoluta se requiere 68. Pese a eso hubo una caída en la intención de voto, porque en la legislatura anterior sumaban 72 escaños.
        Otro dato significativo por lo novedoso es que las 18 personas que están investigadas por el proceso independentista -los cinco huidos en Bruselas, los tres encarcelados y el resto que están en libertad- consiguieron un escaño en el Parlamento.
        Si bien como consideró Arrimadas los independentistas "nunca más podrán hablar en nombre de Cataluña", el constitucionalismo no la tiene nada fácil y con este bloqueo político que deviene de los resultados electorales del 21 de diciembre, no es nada improbable que en la próxima tengan su revancha.
        El hecho cierto en todo esto, es que por más fuerzas que acumulen habilidosamente siguiendo una estrategia en donde presos, auto exilados y salidos de la cárcel juegan un rol muy bien pensado hay una serie de dificultades por las cuales Cataluña no puede ser independiente.
         En primer lugar, porque no tiene reconocimiento internacional. Es, si se quiere, una aparente paradoja. Para ser nacionalista hay que tener apoyos en el exterior y Cataluña está sola.
        “Sin apoyos internacionales, ninguna independencia es viable”, sostiene el politólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Pepe Fernández Albertos.
        Estados Unidos reiteró que Cataluña es una parte integral de España, Francia mostró su apoyo al presidente Mariano Rajoy, Reino Unido manifestó su voluntad de que se respete la Constitución y la unidad de España, y Alemania dijo no reconocer la declaración de independencia y respaldó las medidas del gobierno central.
        Según Pepe Fernández Albertos, lo que complica a Cataluña es el status internacional de España y su pertenencia a la Unión Europea.
        Si España fuese "un país hostil, con enemigos, que creara problemas internacionalmente, que hubiera grandes poderes internacionales deseosos de enfrentarse al Estado español, eso crearía una ventana de oportunidad, pero en el contexto internacional, España es visto como un país que no da problemas (...) Esto hace que sea inviable que alguien se alíe con la causa catalana", sostiene.
        Tampoco ayuda al independentismo la metodología que es opuesta al constitucionalismo de la Unión Europea.
        En segundo lugar, el tránsito hacia un país independiente es oneroso y Cataluña depende del financiamiento del poder central.
        El 90% del sistema tributario catalán corresponde al Estado español. Cataluña dispone de una agencia tributaria pero los impuestos que recauda son muy pocos, sostiene  la economista Elisenda Paluzie, de la Universidad de Barcelona (UB).
        Todos consideran que tendría que crear un sistema tributario propio y carece de tecnología y gente capacitada porque el que existe en un 90% pertenece a España. De independizarse ¿A quién pagaran sus impuestos los catalanes?
        Xavier Arbós, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona, pone este ejemplo básico y elemental. "A partir de noviembre, los autónomos tienen que pagar el impuesto de valor añadido (...), ¿sabe el gobierno catalán de quién tiene que cobrar si quiere actuar como un nuevo Estado?, ¿sabe a quién tiene que pagar si quiere actuar como un Estado que lo distribuye?".
        "Las bases de datos hasta ahora las tiene el gobierno de Madrid -explica-. El gobierno de Madrid, la agencia tributaria, sabe de quién tiene que cobrar y cuánto. El gobierno de Madrid a través de la seguridad social sabe a quién tiene que pagar las pensiones, a quién los subsidios de paro. No digo que eso es algo que haya que esperar que sea efectivo en los próximos meses, pero es una dificultad".
        En tercer lugar, la otra dificultad que tiene Cataluña para ser independiente es que la sociedad está divida y la situación generada rompe el contrato social.  Por más mayoría parlamentaria el separatismo no alcanza al 50%.

        Una sociedad partida en dos es difícil de gestionar.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Argentina: otra vez la plata dulce

     
        Mientras en el Uruguay el atraso cambiario es de un 15%, según los especialistas y el dólar debiera estar aproximadamente a 33 pesos, en Argentina el atraso es de un 38% y el dólar debiera estar a 24 pesos argentinos.
        Este mayor retraso genera que para los argentinos el Uruguay les resulte barato y esa es la causa por la cual ésta será muy probablemente, la mejor temporada turística en años que tendremos.
        La diferencia económica entre Argentina y Uruguay radica en que si bien tienen una estructura productiva que compite, dependen de factores diferentes. En Argentina las empresas formadoras de precio son las exportadoras que se ven obligadas a trabajar con el mercado interno, en cambio en el Uruguay las empresas que forman los precios son las importadoras.
        Este hecho genera que el más mínimo corrimiento del dólar en una economía que depende de lo importado, genere inmediatamente un aumento. En el Uruguay, por su pequeñez, no hay inflación de demanda, sino inflación de costos.
        En cambio en Argentina hay inflación de costos –depende del insumo importado para trabajar‑ y además inflación de demanda.
        Si a esto se agrega la presión corporativa que ejercen las empresas formadoras de precio, reducir la inflación es virtualmente imposible, porque lo que nadie dice es que el gobierno –ningún gobierno en Argentina‑, controla la inflación.
        Si tenemos en cuenta que el déficit fiscal en Argentina, según la Asociación Argentina de Presupuesto  ya suma  $ 347.826 millones, 85% más que un año atrás, vemos que se ha entrado en una espiral acelerada al endeudamiento imparable.
        Además, los gastos corrientes crecieron un 30,7%, los gastos de capital un 35,3% y los intereses de la deuda un 60,5% y en cambio, los ingresos aumentaron solo un 22,3%, por lo tanto, se puede entender fácilmente que la situación es una bomba de tiempo a futuro.
        Plata dulce, como en la película de Fernando Ayala.
        Mientras el déficit fiscal en Argentina está por encima del 7%, en el Uruguay ronda en el 3,6%. Esto hace que el Uruguay para los uruguayos sea caro y a nivel regional tenga en cambio cierta competitividad en la paridad de los poderes de compra.
        Este fuerte desequilibrio en la paridad monetaria del país vecino explica que Argentina tenga en este momento una fuerte suba de las importaciones con las exportaciones creciendo por debajo.
        El crecimiento importador, sin un correlato en las exportaciones ahonda aún más el déficit fiscal, que según los entendidos podría alcanzar los 8 mil millones de dólares. Si a este déficit en la balanza comercial, se le agrega el de la balanza de pagos, este año podría ascender a los 24 mil millones de dólares. Lo que en buen romance significa que Argentina está sobregirada, gastando por encima de sus ingresos.
        Aquí se abren varias posibilidades. Una es pensar que no hay peligro a corto plazo, porque todavía existe la posibilidad de colocar bonos en el exterior. Otra la de quienes sostienen que si Estados Unidos comienza a subir las tasas de interés la deuda se volverá impagable y estará nuevamente en un escenario como el del quiebre del Plan Austral o el del fin de la convertibilidad.
        Más allá de este hecho cortoplacista y circunstancial que se estima que durará de aquí a dos años, financiar los gastos con endeudamiento le quita toda viabilidad al modelo económico que defiende el gobierno. Porque esa ventana abierta al financiamiento externo se encontrará en determinado momento que Argentina es un barril sin fondo.
        En este contexto, decir como sostiene Dujovne que va a bajar la inflación y que los jubilados a la larga van a ganar más aunque ahora ganen menos, es mentir cruelmente, porque a la larga el modelo de endeudamiento para financiar el gasto público a lo único que conduce es a que el operador económico dispare de la moneda argentina y se refugie en los dólares, como lo ha venido haciendo hasta ahora.
        Frente a esta situación, para bajar la inflación el gobierno sube la tasa de las Lebac al 28,75% y genera un efecto colateral que agrava la situación. Al existir menos pesos hay más oferta de dólares, acentuando un efecto que los argentinos conocen como el generado por Martínez de Hoz, en este caso sin tablita, bajo flotación sucia, es decir, con intervención del Banco Central.
        Esta realidad, que lo favorece al Uruguay circunstancialmente, abarca a todo el sector turístico y hace que las ventas de pasajes al exterior en Argentina lleguen a niveles récord y la compra de dólares para viajes y atesoramiento alcance a unos US$ 30.000 millones en el año.
        Cuando se desmadre el escenario y llegue la hora de la verdad, por más que el gobierno uruguayo diga que hoy la economía no está más anclada a la Argentina, no es nada improbable que siete meses después de una devaluación en el vecino país, como ocurrió en 1982, u ocho meses luego, como sucedió en el 2002, Uruguay se vea obligado a tomar medidas drásticas para frenar la fuga de divisas.
        El tema es muy simple, son los grandes capitales de las multinacionales quienes repatrian la divisa y la envían a la casa matriz, y seis, siete u ocho meses más tarde, también la retiran del Uruguay.
        Es evidente y lo dio claramente a entender el ex ministro de Hacienda y Finanzas Públicas, Alfonso Prat Gay, que si las importaciones crecen en volumen un 20% anual y las exportaciones no crecen, la situación económica es un verdadero barril de polvora llamado a estallar a la larga y a la no tan larga.
        Quantum sobre la rentabilidad de las Lebac sostiene que "Con los últimos días, el rendimiento esperado en dólares y en pesos ajustados por inflación trepa a más del 10% anualizado". El sentido común en economía financiera indica que no existe en ningún lugar del mundo tasas de interés positivas, siempre son negativas en comparación con las tasas de interés norteamericanas. Si poner el dinero en las Lebac tiene esa rentabilidad, el día que los ahorristas quieran pasarse a dólar, Argentina les estaría pagando mucho más de los intereses que paga por deuda externa y ante la inminente fuga de divisas, estaría nuevamente en un feriado bancario y en el corralito y/o el corralón.
        Más allá de todo esto, no es serio en economía decir que se quiere bajar la inflación y aumentar las tarifas públicas, cuando hay sobrados estudios técnicos que demuestran que las tarifas, al ser un bien no transable, son transferidas al cliente y representan la no deseada inflación de costos, que termina afectando a todo el consumo en su conjunto.
        Con una inflación estimada del 16% para el año que viene, con un dólar que continúa atrasándose, con el hecho de que de cada 7 dólares que entran en Argentina, uno va para inversión real y el resto para la especulación financiera, con la dura realidad de que un dólar de cada cuatro va para la adquisición de maquinarias y bienes de capitales y los restantes, para comprar combustibles, autos, motos y bienes de consumo,  por más que los banqueros mundiales sostengan que el nivel de deuda pública argentina es bajo, comparativamente considerado y por eso es merecedora de recibir créditos desde el exterior, esta realidad va a estallar y de la peor forma, a la Griega, en donde la banca mundial los endeudó a sabiendas que le estaban prestando, más allá de sus posibilidades de cobro.
        El endeudamiento puede ser una inversión, cuando se lo dirige a la maquinaria, los bienes de capitales o en la tecnificación agropecuaria y aumenta, por ende, el nivel de productividad para exportar y traer divisas, pero este tipo de endeudamiento para la volatilidad financiera y el consumo suntuario es, como se dice vulgarmente, pan para hoy y hambre para mañana.
        Argentina vive un proceso que los economistas llaman de "stop and go” ‑detente y sigue‑, mejor conocido entre nosotros como de plata dulce y no hace falta ser muy entendido para saber a donde conduce.

       
       
       

        

martes, 19 de diciembre de 2017

El malestar en la civilización actual


        Lo que la globalización ha venido generando en lo que va de los últimos 20 años, ha sido un progreso único en la historia universal. Se ha dicho, no sin razón, que la humanidad avanzó más en estos 20 años, que en 2000 años de historia.
        Es un avance esencialmente científico y técnico, que se enmarca, lamentablemente, en un enorme retroceso cultural y social. En este sentido, si partimos de la base que la evolución humana no es lineal, en el sentido comptiano del término, sino en espiral, de acuerdo al concepto hegeliano de la dialéctica de los procesos, se puede considerar, entonces, que las épocas de retroceso, son momentos de avance latente y encubierto. Lo que se expresa como degradación de las matrices sociales, son instancias que encubren un salto cualitativo en la próxima etapa.
        El único hecho lineal hasta ahora ha sido el avance tecnológico que ha venido a cambiar nuestra manera de estar posicionados en la vida.
        Hoy vivimos en una sociedad, como ya entreveía David Riesman en “La Muchedumbre Solitaria”, en donde el individualismo de cada miembro es parte de la gran masificación en que vivimos. Aunque parezca contradictorio, hablar de masificación individualista, no es para nada descabellado.
        El hombre masificado de nuestro tiempo, sostiene Riesman, cuando lo observamos individualmente, se nos aparece como aquel que toda su vida se mueve en torno a un giroscopio, girando a gran velocidad sobre su propio eje.
        La muchedumbre solitaria sería, entonces, para este autor, la expresión del desarrollo económico y de la ruptura y des cuajamiento de las matrices sociales tradicionales.
        El concepto de modernidad en todos sus aspectos, desde la formación de pareja, a la manera autística de divertirse “enchufándose” a algún dispositivo, pasando por la forma tecno estructurada de trabajar, es lo que conduce a la formación de una sociedad, en la que cuanto más junto se está, más distanciado se vive.
        Todo esto tiene un correlato político, visualizaba ya Riesman en 1950 y divide a la sociedad en dos tipos de personas: Las dirigidas por sí misma y las dirigidas por otros, en donde ese individualismo egocéntrico hace que los que están manejados por los demás, crean que están dirigidos por sí mismo, cuando en realidad, todo lo que hacen es mimetizarse para no sentirse diferentes a los otros.
        En los tiempos de Riesman se vivía todavía  bajo los conceptos de la era industrial, la enseñanza taylorista y el trabajo fordista, hoy la tecnología vino a generar un nuevo clima o atmósfera, sociósfera le dice Alvín Toffler.
        Sin embargo, como bien decía Arthur Schopenhauer, en “El Mundo como Voluntad y Representación”, el hombre siempre va a estar incómodo en el mundo. Si vive bien sufre de amores y de incomprensiones y si vive mal padece en todos los aspectos de la vida. Nunca la humanidad se va a sentir feliz, sea cual sea la situación en que se encuentre y solamente al mirar hacia atrás suele creer, que allí sí era dichosa, cuando cualquiera sabe que las cosas no eran como luego el recuerdo al desdibujarlas viene a traerlas a la memoria.
        Si en los comienzos de la Revolución Industrial ‑1850‑, el control era de carácter sexual y la era victoriana lo que hizo fue darle forma y contenido a los mecanismos represivos e incluso intromisivos en la intimidad de las personas, durante la segunda etapa expansiva que se abre a nivel financiero en 1870, las formas de control pasan a ser de carácter político y la prensa y los partidos políticos se convierten en los articuladores de la opinión pública.
        Hoy en día el control ya no es más ni sexual, ni político, sino esencialmente técnico, desde las cámaras filmadoras en todas partes, hasta el ciber espionaje. La libertad hoy en día, como ya lo preanunciara Hebert Marcuse en 1968, es una libertad vigilada. Se puede decir, pero no se puede hacer.
        Más allá del hecho de que las formas propias de la era industrial, -grandes manifestaciones, discursos públicos, conferencias, publicaciones, propaganda en los diarios, acción política de carácter activista‑, se han vuelto obsoletas por el cambio de mentalidad que la tecnología vino a generar,  aparecen nuevas formas de malestar, que van desde el fundamentalismo religioso, el independentismo o las actitudes anti sistema.
        Si partimos de la base que el hombre es un ser bio‑psico‑socio‑cultural y lo miramos desde el punto de vista biológico, por ejemplo, vemos que las modalidades de goce sobredimensionan al propio cuerpo como objeto de valor o el placer hedonista se da bajo la necesidad de una satisfacción inmediata en relación con un mundo de objetos a consumir, que termina mediatizando la relación con los demás. Esa necesidad de satisfacción sin mediatización, ni plazos, conduce en el plano orgánico a que la obesidad sea la enfermedad prevalente de nuestro tiempo. El mundo se le aparece, al hombre y la mujer que solo quieren gozar, como una gran bocanada que hay que llevarse a la boca para ser feliz.
        En el plano psicológico esto conduce a que el goce solamente busque la descarga, y esto vuelve innecesario la necesidad de simbolizar las cosas con la mediación de la palabra. Es un mundo que psicológicamente se ha quedado sin palabras.
        Al vivir cada cual por encima de sus posibilidades la depresión se ha vuelto la enfermedad psicológica por naturaleza de nuestro tiempo y tiene también, este vivir más allá del principio de realidad en un perpetuo goce, su correlato en economía. Todo el mundo está sobregirado y endeudado.
        Si se lo mira desde el punto de vista social este autonomismo de los que giran como en un giroscopio, siempre sobre sí mismos, se nos presenta como seres que no tienen historia, ni tienen legado simbólico, ni pueden ya remitirse a ninguna biografía, ni tampoco tienen atrás a alguna tradición que los sostengan. No hay nada que lo garantice hacia atrás, y está su vida entera entregada al acto de gozar.
        Desde el punto de vista cultural, la política se ha vuelto un bien de consumo como cualquier otro, en donde cada cual compra el relato que quiere. La pos verdad –oír lo que uno quiere escuchar‑, es la consecuencia de la actividad política vivida como si fuera una película, una canción, un libro o una obra de teatro. Esa es la causa por la cual en Argentina Durán Barba recomienda no discutir en televisión durante las campañas electorales, porque al ciudadano, esto es, al consumidor de relatos, no le resulta placentero ver gente que se pelea entre sí.
        Hemos pasado de las grandes ensoñaciones políticas, utopías, a la búsqueda de respuestas en el plano de lo personal. De los discursos pensados para la gente en su conjunto, el pueblo, a la comunicación en redes.
        El gran acierto de Durán Barba que posibilitó el triunfo de Macri en Argentina, fue haberle dado contenido a aquello que decía Antonio Machado: “Si te diriges al pueblo, te diriges a todo el mundo y entonces nadie se dará por aludido, pero si te diriges al hombre, entonces sí, todo el mundo se dará por aludido”.
        Esta nueva fenomenología de la subjetividad, hace que por ejemplo, en los locales políticos, cuando llega la campaña electoral hay que aplicar un principio que hoy se recomienda para todos los comunicadores que hacen política. 1) No digas nada. 2) No insultes a nadie. 3) Si te insultan, no contestes.
        Esta situación es novedosa en la historia, porque hasta ahora la política exigía un planteo, una propuesta y una hoja de ruta que se daba a conocer en las campañas electorales. Hoy conviene no decir nada importante, porque cualquier cosa puede ser mal interpretada, como se ve con claridad en las redes sociales en donde el odio circula a mayor velocidad que la solidaridad.
        Se perdió el hilo de Ariadna conductor entre la identidad social de las personas y la identidad política. Lo que Real de Azúa llamaba clivaje.
        En ausencia de un anclaje caracterológico, ya las opciones no coinciden con lo que tradicionalmente se llamaba intereses de clase. Aquellos seres, como decía Hebert Marcuse eran el hombre organización, en donde lo que importaba era la posición corporativa, que se disfrazaba de ideología o de principios.
        Ya no hay partidos de clase, ni nadie está buscando cambiar las estructuras, transformar la sociedad, hacer la revolución o dar vuelta la tortilla. La gente está descreída de la política y cuando observa el escenario que se le ofrece, se maneja por factores emocionales.
        No estoy diciendo que el Uruguay haya entrado en esta fase de las cosas, pero evidentemente Argentina y Chile son indicadores clarísimos de los cambios que devienen del malestar en la civilización, que no significa un malestar contra la civilización.
        Hoy ya no existe más el hombre medio, que como decía Miguel de Unamuno, tenía tanto sentido común, que se olvidaba de pensar. Y cuando se veía obligado a cambiar la manera de pensar, como no podía, se emperraba en no cambiar de tema. Hoy las identidades colectivas que convertían a la vida social en algo simple, sencillo de entusiasmar y fácil de predecir, se han transformado en identidades múltiples y lo difícil justamente es acostumbrarse a vivir en la diversidad: un mundo en donde el comportamiento de los demás dejó de ser predecible.
        Hoy lo que unifica a la gente, no es el ámbito de trabajo. Antes, la pregunta dónde trabajás, decía todo de la persona, hoy la interrogante, qué cosas te gusta, es decisiva para entender a los demás.
        El individuo ya no tiene una identidad en función de lo que realiza en el ámbito laboral, sino en lo que hace al salir del trabajo.
        La política en este sentido ya no es un camino de redención hacia el paraíso terrenal de una sociedad más justa, sino la capacidad de gestión que se tiene para satisfacer las necesidades que cada ciudadano se ha forjado para sí.
        Hoy lo que se precisa en política es identificar el tipo de trayectoria vital que predomina en el electorado y tratar de captar los temores que la gente tiene.
        Como el cambio tecnológico –lo que los chilenos llaman, la revolución callada de la ciencia‑, genera vértigo en las actualizaciones permanentes que exige y también angustia ante lo indeterminado de un futuro robotizado, a nadie le interesa las ideas radicales del revolucionarismo, que entusiasmaba tanto en otro tiempo.
        Así de fácil son las cosas ahora, así de difíciles también.